domingo, 30 de noviembre de 2008

Revistual Nº7, La Plata, Argentina, Diciembre 2008-

EL AMOR EN DANZA





Hace tanto que nadie venía por aquí
tanto que nadie se llevaba un alma o un perro
que cuando oí tus pasos y tu voz llamándome
cuando por fin te estreché, más que a ti estaba abrazando la vida
horacio castillo


Amar hasta que el deteriorado hueso de la infancia
quiebre el intento de detener la muerte
horacio preler

Envuelve/ todo el amor /que he juntado
quiero llevarlo/ al universo
dejarlo/ a la espera/ de aquél /que dirá
¡Ah eres tú! / Lo sabía.
mario porro

¿Qué es esto de invadir así la vida,
qué significa comprobar un cuerpo?
ana emilia lahitte

Bajo tu amparo, esta mano
escribe con razones tan fuertes como tus frutos.
néstor mux

Me conmueven las cosas /que le pertenecen/
su aire y su cercanía/
los colores que quedan donde estuvo
alejandro fontenla

pero amaba su cuerpo que podía ser amado,
su cuerpo bello y caliente como la vida,
Un cuerpo que imitaba los gestos del arte.
césar cantoni

cuando quise bajarme, fue imposible,
y sólo pude ver
un baile de pañuelos que decían adiós
guillermo lombardía

porque el amor nunca es
lo que queda de él.
eduardo rezzano
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EL DADOR DE SER

“Pero aquí también la incertidumbre de la transformación se hizo
presente, porque quizás era yo el que caía en brazos de alguien “
Franz Kafka

“Y pensábamos en esa cosa increíble que habíamos leído, que un
pez solo en su pecera se entristece, y entonces basta ponerle un
espejo y el pez vuelve a estar contento…”

Julio Cortázar

“Los momentos de la creación son sólo comparables a cuando uno se está enamorando”, esto que dijo Kafka resulta familiar para quien, habiendo alguna vez transitado esos momentos, sabe que es así. El deseo del artista, como el del amante, es re-tener-se en el infinito flujo del Tiempo. Preservar y completar. Entre el Arte (o un arte de vivir –algo más que el sólo vivir—) y el Amor, hay un mismo entusiasmo por trascender nuestra efímera existencia, un anhelo profundo de resistir ese movimiento incesante que es, a la vez, acumulación y dispersión.
Según John Berger, "el acto de amor ideal es aquel que todo lo contiene. Las formas sublimadas del amor (políticas, sociales, religiosas, culturales) exigen una totalidad en la dimensión histórica y a la vez, en una dimensión personal. Pero en toda forma de amor, un pasado y un futuro se perciben como si fuera un presente. Esa retención pasajera, captada a través de la energía amorosa, comprende una totalidad fuera del tiempo".
En “La Caza y los Toros”, interesante libro de Ortega y Gasset, una de las partes se titula “La mismidad de la caza” y en ella contempla dos aspectos que considera inherentes a esa actividad: que el animal perseguido pertenezca a una especie vitalmente inferior a la del animal cazador; y que dicha inferioridad sea lo suficientemente relativa como para permitirle escapar a su captura.
Suele haber algo de esto en la conquista amorosa, pero no es un planteo sutil de la seducción lo que queremos rescatar de este ensayo, sino un hecho concreto del que, en cierto sentido deriva, para Ortega y Gasset, el origen mismo del amor hacia un otro.
El hombre que va de caza se interna en la Naturaleza y descansa de los demás hombres. Y se siente tan libre allí porque justamente la Naturaleza no tiene opinión sobre él, tanto como la piedra y el vegetal existen más allá de su propia existencia. Pareciera que se aleja de todo y de todos y, sin embargo, hay una íntima conexión entre esa libertad, la caza, y el Amor.
En tiempos atávicos, las hordas se reunían en virtud de un único fin: la cacería. Esta, que exigía un mínimum de plan, de organización, de autoridad, permitió que, por primera vez, y con motivo de la caza, aparecieran incipientes formas de la civilización (1). Pero lo interesante para nosotros es que la afición a la caza tomó una dirección imprevista cuando decidieron “cazar” a las mujeres jóvenes de hordas distantes.
De este modo, sin dejar de ser tal, esta peculiar actividad se convierte en forma germinal del amor. Y su fase primigenia, el rapto, va a quedar como símbolo perenne de este sentimiento humano que todo lo domina, porque Amor, si lo es de verdad, es sentirse la propia persona arrebatada, raptada por un otro que no siempre es lo que creemos que es pero, al menos durante el estado de encantamiento, tiene el poder suficiente para ilusionarnos, ya que, al decir de Lawrence Durrell: “La personalidad con atributos fijos es una ilusión, pero una ilusión necesaria si queremos enamorarnos”.
De esto resulta que la primera forma del sentimiento erótico fue ya la más romántica, no obstante la rudeza, el salvajismo de aquellos hombres que la sintieron. Este deseo rudimentario por la mujer distante se transformó luego en ilusión por la princesse lontaine. El amor a distancia primero, el amor de los trovadores en la Edad Media, el amor de Dante a Beatrice, el amor ideal del romanticismo en el siglo XIX.
Ilusión y posesión se conjugaron desde el origen de los tiempos.
Amor, cuerpo. Amor, espíritu. En sus extremos, podemos reconocer el amor platónico, donde el cuerpo amado es intocable, hasta pensarlo en relación el tantrismo, esa idea oriental en la cual el intocable es el espíritu del yogui. Y aunque las diferencias son muy hondas, hay un punto en común y es que en ambos pensamientos el otro desaparece. El fin que persiguen está más allá del ser amado.
Pero, si elegimos entender el amor como dador de Ser en la otredad, entonces, vale más pensar que “son dos los que danzan” (2). En esa experiencia, el uno se pierde pero para, aunque sea brevemente, volver a encontrarse en lo más profundo de sí mismo.

(1) Y todavía hoy, en algunos pueblos como los esquimales, pueblos que son absolutamente primitivos y exclusivamente cazadores, no existe más autoridad que una momentánea : la de un hombre que llaman Issulkek, que significa “el que piensa” , y su pensamiento es el que ordena el plan y la organización de la cacerías tan fugaz que merece cumplirse”
(2) Título del libro de poemas de José María Pallaoro, "Son dos los que danzan", Edit. de la Talita Dorada, 2005


"Todo es tan fugaz que merece cumplirse"


El amor, cualquier amor, está hecho de tiempo. Lo que resulta a-histórico es la necesidad de la esperanza, y la esperanza es inseparable de la energía del amor como lo es de aquello que es ejemplo continuo para el arte.
La Felicidad, reflexiona en otra parte Ortega y Gasset, sería la vida en la que, metido de lleno en ocupaciones por las cuales tiene singular vocación, el hombre no echa de menos nada, íntegro le llena el presente, libre de afán y de nostalgia. “Feliz, ergo, sin futuro” (Cortázar, en Rayuela).
Absortos en alguna ocupación dichosa, sentimos el soplo de la eternidad, el éxtasis de la plenitud, eso que es “cuando ser y devenir son lo mismo” (3). Pero el devenir es pérdida y fugacidad, y sólo el hombre sabio acepta el inestable curso del río y aprende de él.
Es posible que en las cosas que hacen feliz a un hombre se revele mejor su ser verdadero, y sin embargo, nos alejamos de nuestra esencia para no correr riesgos, tanto miedo nos da no volver al estado anterior. Nos cuesta aceptar que nuestro alrededor y nosotros mismos sufrimos permanentes transformaciones, y la incertidumbre que eso genera nos lleva a defendernos de las cosas que nos vuelven más vulnerables a ese proceso, por ejemplo y especialmente, el Amor.
Cabe preguntarse: ¿qué lugar tiene el amor en la zozobra de una existencia como la nuestra?
Desde que apareció sobre la tierra, el hombre es un ser incompleto y vive escindido en la
temporalidad, nunca es el que es sino el que quiere ser, se busca y se persigue y en cuanto se alcanza—o cree que se alcanza—se vuelve a perder de si mismo, atrapado en la fugacidad.
Solo en algunos instantes, el tiempo parece abrirse y dejarnos ver más allá (estallar, en Heidegger). Las formas ideales de esta experiencia son el Arte y el Amor, que nos provocan total extrañez, extrañamiento y comparten “el asombro inicial y la rumia fecunda” (4). Fuera de nosotros, arrebatados, nos lanzamos a la persona amada y es como regresar al origen, un espacio que no está en ningún lugar. La persona amada es tierra extraña y también, casa natal. “Yo te encuentro/Yo me acuerdo de ti/ Quién eres…? ” (Marguerite Duràs, en Hiroshima Mon Amour).
La vida que nos es dada tiene sus minutos contados y, para peor, nos es dada vacía. De nosotros depende, según elijamos o no, disponer de esa cuenca ociosa y completarla con una existencia que le procure algún sentido a este “absurdo que nos rodea”, como lo definió Cortázar. Lo absurdo de una razón lúcida que comprueba sus límites.
Si la vida es, en sí misma, insípida, un simple “estar ahí” como un mueble cuya madera se desgasta y le aguarda un final, entonces el vivir debiéramos convertirlo en una labor permanentemente creadora, por qué no poética, en la cual a cada instante tratemos de ocurrir y no simplemente transcurrir, inventarnos un “Ser ahí”, desarrollar “un pensamiento profundo que esté en devenir continuo, que abrace la experiencia de la vida y se amolde a ella”, como bien dice Camus; hacernos eco de la profunda trascendencia de la vida y de la muerte que nos sucede en cada acto, y de la constante mutación a la que se nos somete, porque la vida terrenal, sin la muerte, tampoco es vida. Y es la idea de la muerte, que espera (y nos desespera), lo único que nos arroja de lleno a la existencia. Y aunque el amor no vence a la muerte, la integra a la vida.
El amor, “en cualquiera de sus formas” (5), tiene la inmensa virtud de llenar el vacío donde flotamos, entre la urgencia y a la vez la imposibilidad, de eso que llamamos Tiempo.
Ser conciente de semejante vértigo puede provocar la locura o el suicidio (lo cual hizo concluir a Camus que el suicidio es el único problema filosófico verdaderamente serio), pero sigue siendo lo absurdo y su núcleo contradictorio lo que nos enseña, lo que nos dispara a sentir la propia vida lo más posible, (“vivir lo más posible”), reconocer como consecuencias de esta vigilia del espíritu la rebelión, la libertad, la pasión y no el ignorar por comodidad o cobardía la belleza que, en su contradicción, esconde el mito de la existencia. Privarse de esa sutil fuerza espiritual es flotar en un mar de nada.
Asumir la transformación de nuestra naturaleza, en cambio, es lo que nos permite alcanzar una isla de plenitud en ese peligroso espacio donde, milagrosamente, se produce el encuentro con el otro, esa fusión total que nos conduce a la indistinción del principio y por lo tanto a la serena aceptación de la muerte.

(3) John Berger . Ob.citamus. Ob.cit.
(4) A. Camus. Ob.cit.
(5) Lawrence Durrell Ob.cit

“Solo el que conoce la desnudez del otro
puede nombrarla”

El Amor es un sentimiento que nos sustrae del mundo habitual, y nos deposita en un lugar innominado, en virtud de otro ser, para dejarnos al desnudo (literal y metafóricamente) sobre una atracción inevitable por un alma y un cuerpo otros.
El amor, ni qué decir tiene, reclama la proximidad del ser amado, una proximidad superlativa que siempre nos parece escasa. Cuando el amor se aleja nuestro pensamiento “se estira como un elástico”, al decir de Octavio Paz, se extiende y en esa extensión se vuelve dolor, tránsito al vacío.
La sexualidad es la respuesta a la muerte, porque la muerte es inseparable del placer y esa experiencia sublime es lo que nos da la verdadera dimensión de la otredad. Eros y Thánatos se inscriben en un espacio en el que camino y dirección son sinónimos. Toda vida se recrea y se retiene en este encuentro que, de algún modo define al Ser. La sexualidad es fuente de renovación. Lo sexual siempre está inacabado, incompleto, es solo un momento de sublime equilibrio creado por dos fuerzas opuestas: la energía amorosa y el tiempo. Tan bien lo dice Durás, en Hiroshima… “tú me matas/tú me haces bien”
Pero no es solamente en relación al deseo carnal ni a la posesión de los cuerpos, sentimientos más o menos efímeros o más o menos duraderos, sino algo del orden de lo absoluto lo que se instaura en la ilusión del Amor, un instante eterno en el que se encuentran “dos almas empeñadas en crecer” (6). La noción de alma constituye a la persona, y sin alma, el amor regresa al mero erotismo, pasajero del instante.
Por eso, no hay amor más generoso que el que se sabe a la vez pasajero (en esta vida) y singular (¿por qué amamos a esta persona y no a otra?). En ese plano, solo el verdadero amor nos hace libres. Y es ese enlace íntimo y causal entre amor y libertad lo que se concreta en la experiencia erótica, cuyo sentido último es in-decible. Afirmación del yo y disolución, elevación y caída.
El tiempo que dura el Amor deja de ser contable, se mide en intensidad y abarca el paraíso y el infierno, la felicidad y la infelicidad. En el amor todo es dos y tiende a ser uno, pero no en el sentido de sumisión ni acatamiento.
El amor no es búsqueda de hermosura sino de completud. Surge de una especie de hechizo y, sin embargo también nace de una elección, una decisión libre, casi la aceptación voluntaria de una fatalidad.

(6) L. Durrell. Ob.cit.

“ Espérame en el cielo, corazón, si es que
te vas primero


Mucho es lo que se ha pensado y escrito sobre esto desde que las hordas primitivas “crearon” el rapto que luego fue de amor. Faltaban entonces palabras con las que apropiarse de las preguntas y los misterios.
Hoy mismo, en la época controvertida en que nos toca vivir, nos preguntamos si es adecuado pensar al amor como una “utopía ingenua”, por decirlo de alguna manera, o como leemos "En las sombras del país azul”, (a propósito de “Salinas, Cortázar y la poética del amor total”): “lo que parece seguro es que hoy, entre las urgencias, las tensiones y la catástrofe socioeconómica…la provocación de lo maravilloso, el amor total y sobre todo su praxis, resultan casi imposibles. No hay “disponibilidad”, no hay tiempo libre, no hay espacio mental ni estético. Por eso volver hoy a Cortázar, y a Salinas es como entrar en una burbuja, un salto al vacío del que no se sabe muy bien como volver” (7).
Sin embargo, paradójicamente, sentimos que la Poesía, y estas relecturas de otros tiempos vuelven a ubicarnos en un espacio donde la subjetividad recupera su verdadera naturaleza, único asidero posible para volver a creer en lo más difícil: que se puede habitar en algún breve territorio de la felicidad inminente. “Lo fácil en el alma es lo que tiembla/ al sentirla venir” (Pedro Salinas).
Y aunque nunca tendremos palabras exactas con las cuales nombrar su Verdad más intrínseca, (“una palabra única, amor, define tantas especies distintas de un mismo animal”, dice Durrell con ironía) confiamos en que el Amor tiene las alas del deseo, nos devuelve al asombro de la infancia y nos re-nace de la muerte que vendrá. Y, quizá, también alivie el dolor de la pérdida en la ilusión del reencuentro, más allá de la muerte.
Casi una forma ideal de Ser (en vez de estar) en el Tiempo.
Tal vez sea, el Amor, no “pasión ni costumbre, -que sólo sirven para calificarlo-, sino la divina intromisión de un inmortal entre los mortales” (8).
Y en tanto haya amor en danza
habrá juego/ y esperanza
de alcanzar el Igdrassil.

(7) Alejandro Fontenla, “En las sombras del país azul”, Edit. De la Campana, La Plata, 2006.
(8) Lawrence Durrell Ob. Cit.

Sobre (re)lecturas de:
José Ortega y Gasset, “La caza y los toros”, 2º ed. Edit. Espasa Calpe, Madrid, 1984.
Octavio Paz: “La llama doble”, Edit. Seix Barral, Barcelona, 1993.
John Berger: “Cada vez que decimos adiós”, Ed. de La Flor, Bs. As. 1997.
Albert Camus: “El Mito de Sísifo”, Edit. La Página y Edit. Losada, Bs. As. 2004.
Marguerite Duràs: “Hiroshima Mon Amour”, Edit. Seix Barral, Barcelona, 2005.
Lawrence Durrell: “El Cuarteto de Alejandría”, especialmente “Justine”.12ºed., Edit. Sudamericana, Bs. As. 1986 y “Clea”, 6º ed. idem).
Julio Cortázar: “Rayuela”, 25º ed. Edit. Sudamericana, Bs. As.1986

(#) A dos Marisas que irradian Ser,
estas pequeñas reflexiones, tan incompletas e impertinentes, como el Amor.-
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Con Versos del Diagonal

16.03.06
(nunca pude recordar el nombre)

Nunca pude recordar el nombre de los coleópteros
De los montes volcánicos, de los ciclones.
Últimamente, he olvidado el nombre de algunas mujeres,
de muchos libros, de ciertas disciplinas.
De a poco, me voy quedando con las palabras justas,
las que aún son capaces de nombrar
la tragedia o los sueños,
mientras la realidad se adueña de lenguajes
cada vez más inútiles.

César Cantoni (La Plata, 1951, poema de “Diario de Paso”, 2008).
­­­­­­­­­­
________________________________________y mas allá

Aquí, en esta inestable superficie, uso un alfabeto en ruinas.
Me deslizo entre las letras. Intento expresar eso que duerme
debajo del velo de las horas. Aquello que late del otro lado
del idioma.

Aquí, en esta absurda ceremonia no puedo hablar. Necesito una
palabra nueva, una expresión más leve. Un verbo que ilumine
la noche del lenguaje.

Necesito una palabra nueva.

Diego Roel (Témperley, 1980-fragmento de “Cuadernos del Desierto”, 2007)

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Empalme Lobos

Vuelve en bicicleta de la barrera ya encendida su pipa pliega las señales junto a la salamandra quieta felisa ha dejado el diario y el vaso tinto en la mesita bajo el andén naranjea la tarde se va aplacando el mosquerío el tiempo se mide en vagones volutas de carbón alejándose hacia la capital un tren dos cambios de vía y habrá terminado el jornal los ojos se pierden en los rieles que espejean al sol andrés vuelve entre las vides la suave llovizna el amable sosiego que rodea al po la mamma robusta vocinglera los hermanos menores la siesta la caña de pescar si me viera la mamma la voz alta el paso firme los botones de la chaqueta cavalieri cavalieri diría en su canción madonna santa gritaría por las calles llamando a las vecinas una gran mesa tendida una hogaza de pan

(gusta un amargo susurra la compañera y le besa los ojos con su pañuelo bordado).

Marisa Negri (Buenos Aires, 1971)

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LIBROS

VIAJEROS DEL OLEAJE

“Diario de Paso”, Edit. Hespérides, La Plata, 2008, CESAR CANTONI

Se publicó recientemente un nuevo libro de poemas de César Cantoni (La Plata, 1956). “Escrito con la contundencia de lo epigramático y el pulso urgente del testimonio, este Diario de Paso es, antes que crónica de los días, la mirada de un hombre puesto a exponer el hecho de vivir en una época que dejó de lado la ilusión metafísica y todavía no ha encontrado la morada que lo reemplace (…) Gracias a esta fuerza expresiva, afirmada por oportunas ironías, su poesía tensa la cuerda que va del yo a lo otro, que es el camino del yo a los otros, elevando la escritura a la dimensión de diálogo. Diálogo con el silencio y el vacío. Tal el verdadero diálogo que la poesía permite establecer, cuando se ha descubierto la dimensión del dístico que dice: “hay otros mundos, pero están en éste”.
(RAFAEL FELIPE OTERIÑO, fragmentos del prólogo).


“En Tránsito”, Edit. La luna que, Buenos Aires, 2008, de ALFREDO MAXIT

Alfredo Jorge Maxit, (Entre Ríos, 1942) que recientemente regresó a vivir asu ciudad natal, presentó en La Plata (donde transcurrió gran parte de su vida y su quehacer literario) su último libro de poesías, “En Tránsito”.
“La poesía de Alfredo Maxit—nos dice HORACIO CASTILLO en el prólogo—ha tomado conciencia de sí como palabra. Y tomar conciencia de la poesía como palabra -de la palabra poética- significa escribir en el límite del lenguaje, o si se prefiere, reescribir: la palabra es un palimpsesto”.
Retomando la idea de Blanchot , “la palabra no informa, desnuda”, nos remite al desnudamiento de la palabra que, en el caso de Maxit, es un proceso que se inicia en su vocación por la poesía española. En un exhaustivo análisis, Castillo repasa las claves de una poética profunda, que se despliega en la obra de Maxit, (especialmente a partir de su tercer libro “Con las palabras”, 2005). En ella, la palabra gravita entre lo que limita y lo que hace duradero. “Y aunque no podamos, el poeta no pueda decir lo que es la hierba , la hierba es porque el poeta la ha nombrado con la voz del corazón que es, -dice Castillo-, mayor que la voz de la conciencia”.
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POETICAS DIAGONALES

ENCUENTROS
Aproximaciones al proceso creativo de la poesía: Se llevó a cabo en el Instituto Terrero, 11 nº 675 el panel organizado por Guillermo Pilía y Claudia González que contó con Ethel Alcaraz, Patricia Coto y Horacio Preler.

FERIA DE LA PALABRA 2008 – Ecos de Voces
El Sindicato de Prensa Bonaerense, la Compañía de Narradores “Cuenteros de la Buena Pipa” y el Centro de información y documentación de Río Negro en La Plata realizó el quinto encuentro de este año de la “Feria de la Palabra 2008 – Eco de Voces”, en la sede del Sindicato, calle 11 entre 39 y 40. Hubo una charla de la escritora Inés Zuccalá sobre la vida del Poeta Almafuerte.

En la Biblio “Alejo Iglesias” 6 (ex 12) Nº 1086 entre 43 y 44 de de Villa Elisa, encuentro poético en coincidencia con una nueva convocatoria de Palabra en el Mundo, en octubre. Compartieron la poesía Elba Ethel Alcaraz, Pedro Zárate, Norma Etcheverry, Sandra Cornejo, Elisa Araujo, Norberto Antonio, Liliana Porro y mucha gente que leyó poemas de diversos autores argentinos o envió sus saludos y poesías como Irina Bogdachevski y José María Pallaoro. Hubo música, en la guitarra y el canto del Chango Fernandez Valdéz que brindó su obra sobre poemas musicalizados de Roberto Themis Speroni y Armando Tejada Goméz. El encuentro se inició leyendo al maestro y amigo Mario Porro, fallecido en 2001, que tantas veces dejó su impronta en la biblioteca con charlas y poemas.
En noviembre, a su vez, la Biblio de Villa Elisa cobijó a los amigos poetas Gustavo Caso Rosendi y Martín Raninqueo. Organizado por Susana Siveau, Caso Rosendi conversó con Norma Etcheverry sobre el nacimiento y recorrido de su creación poética. En tanto, la poesía de Raninqueo, esta vez hecha música, acompañó la noche, el brindis y la calidez de la gente de la “Alejo Iglesias”, siempre generosa y dispuesta.

Conestabocaenestemundo: Presentaron su recital poético en la Casa de la Trova, diagonal 79 y 57, Caro Mathieu, Olga Ledesma, Samanta Rodríguez y Andrea Sánchez.

En la Biblio López Merino, 49 entre 11 y 12, Taller Literario a cargo de Paulina Jutzko
También, en noviembre se realizó una lectura de poemas de Francisco López Merino en la voz de Cristian Calvo. Hubo música irlandesa y exposición de fotos de Susana Moretti.

La Sociedad de Escritores de la Provincia organizó en el Colegio de Abogados 13 nº 821, una serie de charlas literarias, de las que participaron, entre otros Patricia Coto (poesía) y José Luis De Diego (novela).

Organizado por Inés Manzano en la Biblioteca Popular "José Ingenieros", Ramírez de Velasco 958 de Villa Crespo, el Ciclo de Poesía Interiores contó con la participación de nuestra poeta Sandra Cornejo.

Y MAS LIBROS

Centro Cultural Islas Malvinas: Presentación del libro “Lejos de tierra & otros poemas” de Herman Melville. Invitados: Eric Schierloh (traductor), Miguel Balaguer y Valentina Rebasa (directores de la editorial Bajo la luna).

Se presentó en La Grieta el nuevo libro de poemas de Juan M. González Moras "desear y tener" 21 hs. Galpón Encomiendas y Equipajes. Calle 71 esquina 18. La Plata

En El Hormiguero, 35 nº 1158, y con la presencia de Hugo Mujica, se presentó el libro de poemas “Botellas Universo”, de Emanuel López Muro.

En San Telmo, tuvimos el inmenso placer de compartir con Marisa Negri la presentación de “Estuario”, su segundo libro de poemas. En la Galería Massotta-Torres, asistimos a un espectáculo de poesía y música casi mágico, en el fluir de las palabras de Alberto Muñoz (Ediciones en Danza), los versos de Marisa y las coplas de Verónica Condomí..
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C`EST TOUT: Saludamos a todos los que tejen lazos en torno a la Poesía, al Amor y a la Amistad, a los ideales humanistas, las artes en general, las causas justas, a los que a pesar de todo, creen que todavía vale la pena. Desde La Plata, nuestro afecto a quienes trabajan con esos valores. Agradecemos como siempre, a la gente que, de una u otra forma, como Gabriel Impaglioni(en Italia), Andoni (en Euskadi), comparte con nosotros el pan de la poesía, alienta y abraza. Saludamos al Aromito y a todas las sombras amigas. Gracias por los libros y las palabras a Susana L. Merino, Maxit, Cantoni, Pilía, Caso Rosendi, Roel, Alcaraz, Oteriño y tantos… (y a Diego, que mandó “Cuadernos de la Guerra”, de Durás, desde España!)

Y un cálido recuerdo por José Luis Mangieri, militante de la vida, poeta y editor, querido y respetado por sus pares.

“La verdad de la poesía es la amistad de los poetas” (Alberto Vanasco).

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