Nº5- marzo/abril 2008
Poesía en los bordes
“Si algún día alguien nos soñara juntos, entonces nos encontraríamos”
Marina Tsvietáieva (1892-1941)
Una voz
me besó una vez
como una mujer
Alejandro Villanueva
El alma de todas las chicas se perdía
dentro de nuestros ojos
Miguel Russo
Pregunté por qué cantaban
“Somos las piernas perdidas del paisaje
abiertas para siempre: en nuestras cavernas naufraga
el que quiera eternizarse”
Gustavo Caso Rosendi
En sus manos el poema es la ofrenda
en el caldero de las brujas
María del Rosario Tabárez
Atenta a los leños
creía que ella como los leños
comprendería el valor de las cenizas.
Sandra Cornejo
Falta un cuarto de Dios
para que mi lengua
deje de serle fiel
a su ración de silencio
Celia De Luca
El castigo es no regresar
a un cielo o a un infierno
para ver claro
Osvaldo Ballina
(Soy mujer
lo confieso tengo un cuerpo
plagado de orificios)
Anahí Mallol
La memoria del origen:
Letra de Mujer
Doble sensación de extrañamiento: me iba muy lejos, a orillas de un río desconocido; alzaba la vista y volvía a encontrarme en medio de estas piedras, lejos de mi vida”.
Simone de Beauvoir, en “ La Mujer Rota”.
En su libro La palabra amenazada, Ivonne Bordelois recupera con profunda belleza el sentido de la Palabra a partir del mito de Orfeo y Eurídice. En el relato clásico –nos recuerda- la condición para el rescate está dada en la actitud del héroe: hasta salir del Hades no debe volverse a mirar a la amada. En la versión brasileña, de Marcel Camus, por el contrario, cuando Orfeo desciende, la amada dice: “Si pudieras escucharme, en vez de verme”. En esta interpretación, es la palabra de Eurídice y no su presencia visible, lo que la hace portadora de sentido: no importa tanto que Orfeo mire a la amada, importa que la escuche.. Sin embargo, la tradición lírica occidental ha mantenido la idea de que el silencio de la mujer no sólo le es necesario sino que constituye uno de sus rasgos eróticos, cuando en realidad el deseo más profundo de una mujer sensible es, justamente, el de ser oída.(1)
En relación a esto, nos preguntamos ¿por qué la palabra de mujer provoca en algunos hombres cierto distanciamiento, en la letra o en el cuerpo? ¿Qué pasa con el registro de “lo femenino”? ¿Es distinto al de los hombres? ¿Es verdad que un supuesto sentimentalismo lo desplaza frente a discursos más racionales o de ciertos conocimientos establecidos?
¿Qué es lo que de inherente hay en la escritura de determinadas mujeres que lleva a algunos hombres a tratarlas con cierta delicadeza afectada, con una pequeña indolencia mal disimulada ..? Dice Isidoro Vegh que lo que ofrecen las mujeres “a quienes nos situamos en la otra orilla, es un encuentro que desencuentra nuestro placer de un saber ordenado, es un encuentro que nos demanda en nuestra creatividad, no puede ser sólo el plato que el otro trae, sino que no puedo dejar de implicarme”. (2)
No es una cuestión estrictamente de género lo que espero abordar o, por lo menos, no propiamente en un sentido radical, (que correspondería desplegar en profundidad, ya para la polémica, mejor si para la construcción). Sin embargo, soy conciente que no es posible pensar hipótesis alguna entre escritura y femineidad sin bordear peligrosamente la cuestión de género. En principio, lo que quisiera destacar en este artículo (que apenas será un esbozo de las tentadoras líneas posibles) es ese registro íntimo de las cosas que la percepción femenina aprecia (y apresa) de muy distinta forma a como lo hace el común de los varones. Y de cómo los varones “se implican”, al decir de Vegh. Esa sensibilidad tan personal que, de hecho, le ha permitido a la mujer ir abriéndose paso en el relato de la Historia con una voz que le es propia por su particular naturaleza y por legítimo derecho.
Ahí donde el pragmatismo no da siempre respuesta, ahí donde lo racional tropieza con la magia, ahí donde lo más profundo de la psiquis se emparenta con la mística, las tradiciones, los mitos, el libro sagrado del espíritu colectivo, en ese fuego es donde se cuece lentamente lo que yo llamo “la memoria del origen”, algo que trae especialmente la mujer en su hondura, a través de los siglos.
En tanto que la “gran voz” de la cultura occidental ha sido la de Orfeo, (tal lo que significa su nombre) y que, en la pluralidad de mensajes a que alude el mito, quizá el más prominente sea el enfrentamiento de culturas matriarcales y patriarcales, la mujer, madre, madera, tierra, ha debido mantener largamente en el silencio “la llave de la memoria” (*).
(*) En los misterios eleusinos la llave estaba escondida en la lengua.
Poesía en los bordes
“Si algún día alguien nos soñara juntos, entonces nos encontraríamos”
Marina Tsvietáieva (1892-1941)
Una voz
me besó una vez
como una mujer
Alejandro Villanueva
El alma de todas las chicas se perdía
dentro de nuestros ojos
Miguel Russo
Pregunté por qué cantaban
“Somos las piernas perdidas del paisaje
abiertas para siempre: en nuestras cavernas naufraga
el que quiera eternizarse”
Gustavo Caso Rosendi
En sus manos el poema es la ofrenda
en el caldero de las brujas
María del Rosario Tabárez
Atenta a los leños
creía que ella como los leños
comprendería el valor de las cenizas.
Sandra Cornejo
Falta un cuarto de Dios
para que mi lengua
deje de serle fiel
a su ración de silencio
Celia De Luca
El castigo es no regresar
a un cielo o a un infierno
para ver claro
Osvaldo Ballina
(Soy mujer
lo confieso tengo un cuerpo
plagado de orificios)
Anahí Mallol
La memoria del origen:
Letra de Mujer
Doble sensación de extrañamiento: me iba muy lejos, a orillas de un río desconocido; alzaba la vista y volvía a encontrarme en medio de estas piedras, lejos de mi vida”.
Simone de Beauvoir, en “ La Mujer Rota”.
En su libro La palabra amenazada, Ivonne Bordelois recupera con profunda belleza el sentido de la Palabra a partir del mito de Orfeo y Eurídice. En el relato clásico –nos recuerda- la condición para el rescate está dada en la actitud del héroe: hasta salir del Hades no debe volverse a mirar a la amada. En la versión brasileña, de Marcel Camus, por el contrario, cuando Orfeo desciende, la amada dice: “Si pudieras escucharme, en vez de verme”. En esta interpretación, es la palabra de Eurídice y no su presencia visible, lo que la hace portadora de sentido: no importa tanto que Orfeo mire a la amada, importa que la escuche.. Sin embargo, la tradición lírica occidental ha mantenido la idea de que el silencio de la mujer no sólo le es necesario sino que constituye uno de sus rasgos eróticos, cuando en realidad el deseo más profundo de una mujer sensible es, justamente, el de ser oída.(1)
En relación a esto, nos preguntamos ¿por qué la palabra de mujer provoca en algunos hombres cierto distanciamiento, en la letra o en el cuerpo? ¿Qué pasa con el registro de “lo femenino”? ¿Es distinto al de los hombres? ¿Es verdad que un supuesto sentimentalismo lo desplaza frente a discursos más racionales o de ciertos conocimientos establecidos?
¿Qué es lo que de inherente hay en la escritura de determinadas mujeres que lleva a algunos hombres a tratarlas con cierta delicadeza afectada, con una pequeña indolencia mal disimulada ..? Dice Isidoro Vegh que lo que ofrecen las mujeres “a quienes nos situamos en la otra orilla, es un encuentro que desencuentra nuestro placer de un saber ordenado, es un encuentro que nos demanda en nuestra creatividad, no puede ser sólo el plato que el otro trae, sino que no puedo dejar de implicarme”. (2)
No es una cuestión estrictamente de género lo que espero abordar o, por lo menos, no propiamente en un sentido radical, (que correspondería desplegar en profundidad, ya para la polémica, mejor si para la construcción). Sin embargo, soy conciente que no es posible pensar hipótesis alguna entre escritura y femineidad sin bordear peligrosamente la cuestión de género. En principio, lo que quisiera destacar en este artículo (que apenas será un esbozo de las tentadoras líneas posibles) es ese registro íntimo de las cosas que la percepción femenina aprecia (y apresa) de muy distinta forma a como lo hace el común de los varones. Y de cómo los varones “se implican”, al decir de Vegh. Esa sensibilidad tan personal que, de hecho, le ha permitido a la mujer ir abriéndose paso en el relato de la Historia con una voz que le es propia por su particular naturaleza y por legítimo derecho.
Ahí donde el pragmatismo no da siempre respuesta, ahí donde lo racional tropieza con la magia, ahí donde lo más profundo de la psiquis se emparenta con la mística, las tradiciones, los mitos, el libro sagrado del espíritu colectivo, en ese fuego es donde se cuece lentamente lo que yo llamo “la memoria del origen”, algo que trae especialmente la mujer en su hondura, a través de los siglos.
En tanto que la “gran voz” de la cultura occidental ha sido la de Orfeo, (tal lo que significa su nombre) y que, en la pluralidad de mensajes a que alude el mito, quizá el más prominente sea el enfrentamiento de culturas matriarcales y patriarcales, la mujer, madre, madera, tierra, ha debido mantener largamente en el silencio “la llave de la memoria” (*).
(*) En los misterios eleusinos la llave estaba escondida en la lengua.
“Si pudieras escucharme…” dice esta Eurídice al Orfeo Negro inspirado en una obra de teatro de Vinicius de Moraes. No es un “si al menos pudieras escucharme”, no se trata de remedar la ausencia de la mirada prohibida con un sustituto de menor valor. Por el contrario, la mirada se vuelve innecesaria, casi fútil en lo que Eurídice declama. Lo que adquiere importancia capital, lo que se magnifica en esta expresión es, justamente, su Palabra. Una palabra que no es autoritaria; no es orden sino deseo, casi una estrategia de seducción ante la imposibilidad de escucha por parte del héroe masculino.
Palabra de mujer
“No en la mirada
Donde me pierdo
es en la consumación de la Palabra…” (Sara Cuber)
Por un lado, entonces, esa virtud femenina para percibir lo insondable. Aptitud que se suma, en varios casos, a un talento natural para capturar ese algo diferente con palabras. En un artículo titulado Artificios, Virginia Wolf decía que “Las palabras parecen gustar de los que piensan o sienten antes de utilizarlas, pero no pensando o sintiendo algo acerca de ellas, sino de algo diferente”.
Por otro, una disposición masculina poco propensa a oír. ¿Qué hace Orfeo con Eurídice? Si no la mira y, además (o sobre todo), no la escucha… ¿qué sentido tiene para él la existencia de ella? Si la mira (la contempla), como reza el mito clásico, la pierde.
Pero, ¿qué pasa si Eurídice pudiera ser oída?
Si la Palabra ocupa su lugar tal vez Eurídice también se pierda. Porque el riesgo para la mujer siempre está presente, sea que permanezca en el silencio o sea que trate de imponer su voz. El peligro está, como señala Clarissa Pinkola Estés, en “la comprensión de que el hecho de ser nosotras mismas hace que muchos nos destierren, y de que el hecho de acceder a las exigencias de los demás hace que nos desterremos de nosotras mismas”. (3)
El canto de las sirenas que seduce a los hombres de Ulises los extravía. De alguna forma, la palabra de ellas es el arma mortal. Pero, curiosamente, son sirenas. Seres mitológicos con rostro y cuerpo de mujer, pero sólo hasta la cintura, no más abajo, no allí donde puedan ser “ocupadas” sexualmente, irrumpidas por un otro que, metafórica o literalmente, las puede poseer. Frente a los marinos—caracterizados en la literatura universal casi siempre como machos fuertes, a veces sin escrúpulos, ávidos y deseantes tras largos períodos de supervivencia en alta mar-, las sirenas no corren peligro alguno de ser seducidas a su vez.
Cuando mujeres reales (y enteras) esgrimen la palabra, suelen pagar su osadía en el altar de Eros. “Me gustas cuando callas porque estás como ausente…” canta Neruda, y, como muchos otros, legitima para la mujer una disposición silenciosa frente al amante. Soledad, extravío, locura, son las monedas de cambio.
Así, “el silencio que se otorga como clave a la supuesta identidad de la mujer acaba por desembocar inevitablemente en el silenciamiento de la mujer en la cultura” (I)
Mujer es vaca… yéndose
Históricamente, la palabra es cosa de hombres. La palabra es de Dios, o es de los hombres. Cuando una mujer tiene la palabra, distintas amenazas se ciernen sobre el Universo. Una, la primera, es que los hombres deben escucharla. La otra es que, como decíamos antes, su gesto conlleva un sacrificio. La mujer que da su palabra en un sentido vital hasta hacerse palabra (diríamos, casi en el colmo de la metáfora, que “se hace carne en la palabra”) suele pagar un costo tan alto que muchas veces pone en riesgo su ser como totalidad. Los extravíos y los suicidios abonan la teoría del “sexo débil”. Las mujeres que piensan (¿o sienten?) demasiado se vuelven locas, se suicidan, se pierden.
Mucho se ha escrito sobre esto. Mucho sobre Alfonsina, sobre “nuestra pequeña Alejandra”, sobre Virginia, sobre Sylvia…escritoras, poetas que en su indagar por el sentido de las cosas tal vez hayan ido demasiado lejos. Se me ocurre que tanta lucidez también puede ser fatal.
“(…) ahora que aprendí que
la Verdad es como el basilisco
de Harry Potter:
me matará si insisto
en mirarlo a los ojos” (Sara Cuber)
“Cuando cambian los vientos, el alma femenina se trastorna y varía”, dice María del Carmen Colombo, a propósito de Alfonsina Storni. “Su voz avanza hacia la tierra del danzón: zona del desencanto…esa caída en la cuenta del tiempo, esa conciencia de la finitud genera en quien habla en los textos de Ocre un estado de alerta…”.
¿Qué tan fuerte es la percepción de ciertas mujeres, mediadoras por la palabra, que las aleja del rebaño? ¿Qué espíritu arcano las transforma en lobas? Sus voces se vuelcan en la escritura dejando huella, marcando el terreno, dando nombre a lo que les es propio por naturaleza y, sin embargo, es inasible. Para abordar esa encarnación de lo inasible apelan a la provocación, al duelo verbal, al combate de su inteligencia frente a lo que representa el discurso masculino.
“Triste yovaca
gimes tu condición
de alverre: dar
…
ser la que no
alverre vaca”
Algo de eso nos trae la voz de ciertas poetas contemporáneas y argentinas. Es el caso de estos versos de la propia Colombo, en los que el caballo es el fluir de la escritura y la vaca es la imposibilidad, en donde encarna la mujer rumiadora, pensadora pero despreciada en su actitud contemplativa que la seca, la incapacita para el juego erótico. Colombo, en su lucidez, toma el referente y lo da vuelta como un guante. (4)
Lo mítico masculino se inquieta frente a la mujer que muestra abiertamente la falta, la hondura del absurdo, la herida del desengaño. No es simple histeria el dolor profundo que provoca una toma de conciencia. La certeza que conduce al crimen. “He aquí que te cacé por el pescuezo…como a un muñeco destripé tu vientre…y te arrojé a la boca de las olas”, escribió Alfonsina.
Lo eterno femenino intenta ser re-vertido por la mujer que es conciente del vacío. Llenar la herida para fundirse y moldearse en una voz nueva que salga al propio rescate. Una voz otra que se constituye en cierta “zona de vacilación e intemperie, de carencia y tambaleo, de embozada o abierta reacción…”. Destruir el mito (los modelos, el lenguaje) para volver a armar. Esa idea también subyace en “Muerte de la vaca ancestral”, de Colombo, cuya memoria del origen en la literatura local, me parece que se remonta, en este sentido, hasta Alfonsina, hasta aquellos versos iniciáticos de 1916, donde se perfila la ruptura.
“Yo soy como la loba/quebré con el rebaño…
La que pueda seguirme que se venga conmigo” (5)
“El hecho poético sucede en el riesgo”, dice a su vez Delia Pasini del lenguaje que María del Carmen Colombo despliega en “La muda encarnación”. “Es un lenguaje poético que atraviesa el límite de la lógica y de la decepción, encarnada en nuestra percepción de que la vida es algo más que una fórmula exacta, de que hay algo que se nos escapa de las manos. El hecho poético transcurre en el lugar de lo inasible, y esa inasibilidad nos perturba, nos emociona, nos ilumina al desencajarnos, porque nos devuelve nuestro propio sentido, lo pone en juego, y corre el riesgo de volver a perderlo”. (6)
Lobas y vacas forman parte del imaginario poético argentino, y en la misma zona de interés se cruzan los versos que “dialogan” sobre estas cuestiones. “Vaca rumiadora” dice Leónidas Lamborghini, “toro cojonudo” retruca Colombo en tono y tributo al género gauchesco, tan propio de nuestros varones(*). La loba representa a un sujeto de enunciación mujer que se presenta en los albores del siglo veinte, visionaria conciente de la diferencia y los riesgos. La vaca es una metáfora que da cuenta de la transformación del contexto cultural, en el cual se inscriben sus múltiples sentidos.
La voz de lo femenino es, en Colombo, mucho más que un planteo o un desafío. Se instaura frente a los discursos órficos y, lejos de renunciar a su condición erótica, le pone el cuerpo y revierte el (dis)valor adjudicado por el poder cultural. Como dice Alfredo Rosembaun (y en él reconocemos a un varón que escribe y que intenta no sólo escuchar sino también comprender), es “una voz con estirpe femenina que se intenta rescatar o re-construir. Desde el mismo lugar del enmudecimiento y el des-precio, los poemas (de Colombo) re-organizan una voz de mujer para en-carnarse como positividad”. (7)
El valor del diálogo
Algunas mujeres que son “tomadas” por la palabra, se hacen oír desde un lugar de lucidez que las diferencia radicalmente de la percepción del común. Este es un hilo conductor para seguir, si se desea profundizar. El otro, que reclama todo análisis en lugar más adecuado, es el largo recorrido de la mujer para lograr “hacerse oír”. Ninguna conquista en este sentido ha sido gratis, ya que en muchas casos ha debido enfrentarse al discurso hegemónico, en la esfera del poder masculino.
Por otro lado, en lo más íntimo, ha tenido que superar la ilusión de totalidad y re-crearse desde el lugar de la falta.
“La mujer rota es la víctima estupefacta de una vida que ella misma se eligió”—dice Simone de Beauvoir, allá por los años 60.
Razones históricas, políticas y sociales alimentan el gran debate alrededor de estas cuestiones, pero no se puede negar que son las voces que despertaron al animus femenino sobre su propia y fecunda capacidad de creación, abriendo frentes en la lucha contra el silenciamiento del femenino creador, del potencial capaz de desarrollar toda suerte de vidas nuevas e interesantes. Una lucha a favor de la plenitud de la mujer y sus cualidades más distintivas: la virtud de amar con tenacidad, la aguda percepción, la previsión, la determinación, la capacidad de cantar por sus muertos, de sanar intuitivamente y de cuidar sus propias hogueras creativas.
“El verdadero infierno es no poder amar” y si amar es, en definitiva, una construcción de pares donde la mirada de un otro nos constituye y la palabra nos re-crea en el diálogo, entonces la clave está en el sedimento de ese río por donde fluye el intercambio y por lo tanto, también la historia profunda de la humanidad.
La apuesta es a favor de la posibilidad de ser y hablar en nombre de Eurídice, implicar a Orfeo en la conversación (“esa forma de poesía mutua si es verdadera”, según la define Bordelois), para no desaparecer en el infierno.
(*) Sobre intertextualidad Gelman/Lamborghini /Colombo: Ver Genovese,ob.cit.
(1) Ivonne Bordelois. “La palabra amenazada”. 2ª ed. Bs. As. Libros del Zorzal, 2005.
(2) Isidoro Vegh. Conferencia Centro Cultural Gral. San Martin. Bs. As. Noviembre, 1990.
(3) Clarissa Pinkola Estés. “Mujeres que corren con los lobos”. Edit. Byblos. España,
2004.
(4) Alicia Genovese. “La doble voz”, 1º ed. Bs. As. Edit. Biblos, 1998. ( especialmente, el
Cap.VII: “Boas del tango, vacas de la gauchesca: María del Carmen Colombo”).
(5) Alfonsina Storni. “Obras Escogidas”. Poesía. Soc. Editora Latinoamericana, Arg., 1984.
(6) Delia Pasini . “La estética de la provocación” Art. publ. en “Ultimo Reino”, julio/93.
(7)Alfredo Rosenbaum. “Por una voz-de-mujer…” en “Poéticas Argentinas del Siglo
XX”. Edit. de Belgrano, 1998.
(8) Simone de Beauvoir. “La Mujer Rota”, 3º ed. Buenos Aires. Edit. Sudamericana, 2003.
Antología: Poetas Argentinas (1961-1980)
“Un coro: cincuenta y tres voces. No definitivas ni únicas, todas posibilidad” afirma Andi Nachón, responsable de la selección y el prólogo en “Poetas Argentinas (1961-1980)”, que Ediciones del Dock acaba de presentar, libro del cual escogemos los siguientes poemas. Vale anotar que, de la primera compilación hecha por Irene Gruss “Poetas Argentinas: 1940-1960” a ésta, pasaron varias décadas entre las cuales sucedió la violencia y la represión de la dictadura militar, hechos que anota Nachón en su introducción, además de señalar “dos tensiones a tener en cuenta. La primera: el porqué de una antología de género. La segunda: un sino epocal que a veces ligó estas voces al rótulo de generación del 90”. En la obra, voces de Chubut, San Luis, Tucumán, Santa Fé, Córdoba y otras provincias se suman a las de Buenos Aires. Por caso, Claudia Masin nació en Resistencia, Chaco, y cabe señalar que esta Antología incluye a dos poetas de La Plata, Sandra Cornejo y Marta Miranda, ésta última nacida en Mendoza pero hija adoptiva de nuestra ciudad.
París, Texas
Me gustaría contarte lo que veo, hablarte
de los hoteles abandonados apareciendo de la nada
en medio de la carretera como castillos abandonados
cuyos puentes levadizos hubieran sido
dinamitados hace tiempo. Me gustaría
contarte lo que veo pero es imposible
hallar un dolor que condescienda
a ser narrado. ¿Vale la pena entonces,
emprender tan largo viaje para ir de un extremo
a otro del silencio? También es imposible
callar por completo: sé que terminaré por llamarte,
como se llama a alguien cuando está a oscuras,
sin el auxilio de la voz, un estremecimiento
semejante al de esas luciérnagas
que al chocar contra un parabrisas en la ruta,
se deshacen esparciendo una nube pequeña
de polvo y luz, y ésa -quizás- es su idea
de un encuentro.
Claudia Masin (*)
(*) Nació en Chaco, en 1972. Es psicoanalista. Publicó, entre 1997 y 2007, “Bizarría”, “la vista”, “El Secreto” y “Abrigo”.
Alba
Atraviesa el ventanal
Moja tus pies
Y a esa hora
Solo quiero beber
el alba
y tus pies.
Marta Miranda (*)
(*)Nació en Mendoza, en 1962. Desde 1986 reside en Buenos Aires. Publicó “Mea Culpa” (1991), “El oleaje” (1997) y “La misma Piedra” (2002).
Para ser reina
Para ser reina
Se debe ser valiente
No dio otra razón al abdicar
Era enero y los árboles
estaban sedientos
La torre vacía
la alameda señalaba un estrecho
hacia las tierras más bajas
Un mensaje apacible:
para ser reina
como si fuera posible abdicar
sin ser valiente
Sandra Cornejo (*)
(*) Nació en La Plata, en 1962. Publicó “Borradores”, “Ildikó”, “Sin Suelo” y “Partes del mundo”, al que pertenece este poema.
(Mas)Versos del diagonal__________________
Zoya, en la estepa
(…)En una mecedora te espero hueca.
-nunca me gustó demasiado ese juego: sólo
armar y desarmar, armar y desarmar como
desatornillar y atornillar un reloj que me
lleva y trae, me juego a eso todos los días
me juego a esos de éstos, todos los días y
olvido como es la partida-me duele la cabeza,
no es cuestión de atormentar al único que nos
dio en la vida y nos da el nombre de la mujer
cuando no duele. Lejos el sonido de los pasos.
No es cuestión de no olvidar nunca.
No es cuestión de recordar siempre.
Fernanda Castell (*)
(*)Nació en Coronel Diego, en 1965 y vive en La Plata.
Este poema es de “Peces de Agua/Peixes de Àgua”. Lisboa, Portugal. Ediciones Tema, 2003.
En boca cerrada
En boca cerrada no entran palomas
Que se equivocan se equivocaban
Se traga una mosca quien tiene boca
Y flor de sapo si no convida
Se va por las ramas mi voz dormida
El aire es gratis la boca ¿mía?
Luciana Rezzónico(*)
Esta noche flotamos en el aire, mi amor
Las aguas descansan. Nada respira
No quedan peces en el cauce del porvenir
ni bocas donde expirar
solo cartílagos como juncos para trazar los bordes
Después del después y más allá de lo posible
seguimos acá buscando una palabra que aún no ha sido escrita
(…)
Valeria Allegrucci (*)
(*)del sitio http://www.colgadadepoesía.blogspot.com/
“Colgada de Poesía” es un grupo de más de treinta jóvenes que se reúne periódicamente en la Plaza Islas Malvinas, de La Plata. Allí “cuelgan” sus poesías, en producciones artesanales, generando un interesante espacio de intercambio creativo y de difusión.
________________________________y más allá
Brevedad
Sé que una astilla
de luz crepuscular
atraviesa mi esqueleto cansado
insensiblemente
obligándolo
a llorar
sin pudor
en el rincón
más indefenso
de la esquina
Gladis Fontana(*)
(*) Mar del Plata. Tomado de “La Doblada”-Nº 46-, publicación dirigida por Roberto Moscoloni.
Soldados
VI
Cuando cayó el soldado Vojkovic
dejó de vivir el papá de Vojkovic
y la mamá de Vojkovic y la hermana
También la novia que tejía
y destejía desolaciones de lana
y los hijos que nunca
llegaron a tener
Los tíos los abuelos los primos
los primos segundos
y el cuñado y los sobrinos
a los que Vojkovic regalaba chocolates
y algunos vecinos y unos pocos
amigos de Vojkovic y Colita el perro
y un compañero de la primaria
que Vojkovic tenía medio olvidado
y hasta el almacenero
a quien Vojkovic
le compraba la yerba
cuando estaba de guardia
Cuando cayó el soldado Vojkovic
cayeron todas las hojas de la cuadra
todos los gorriones todas las persianas(1)
Gustavo Caso Rosendi (*)
(*) Nació en Esquel (Chubut) en1962. Reside en la ciudad de La Plata. Libros publicados: elegía común (La Plata, edición artesanal, 1987)- bufón fúnebre (Buenos Aires, Ediciones Último Reino, 1995)- el viento también recuerda, antología de ex combatientes de Malvinas (La Plata, Ediciones Último Reino, 1996) y Soldados, su último libro, además de participar en varias antologías. Recientemente, “Soldados” ha merecido un importante estudio crítico a cargo del profesor Daniel Mesa Gancedo (catedrático de la Universidad de Zaragoza) para la revista "Adarve".
(1) Del estudio crítico realizado por el prof. Mesa Gancedo sobre este poema:
Hay que insistir en la pronunciación de los nombres de soldados no desconocidos: Villanueva, Vojkovic… [3: “Cuando cayó el soldado Vojkovic”]:¡Presentes!. No se lee una lápida en Europa, no se está frente a una estela funeraria de la Primera Guerra Mundial, pero algunos tal vez fueran nietos de escapados de aquella guerra. Uno imagina al soldado Vojkovic cruzando media Europa para embarcarse en Génova con apellido falso, viendo alejarse la costa con alivio por no tener que luchar en el frente oriental, temiendo que lo retengan los ingleses en algún control, desembarcando en Buenos Aires y pensando que tiene todo el futuro por delante... ese futuro en que otro soldado Vojkovic caerá por una bala inglesa, la bala que acaba con todo un linaje y una historia. Hay que repetir el nombre porque es el centro de una constelación negativa: la que forman aquellos que dejarán de ser y los que no serán. No habrá futuro para el soldado, para ningún soldado Vojkovic. La lírica, paradójicamente, se vuelve anticlimática: todo se detendrá, porque todo caerá cuando caiga el soldado Vojkovic.
poéticas diagonales
21 de marzo: En la entrada del Pasaje Dardo Rocha se reunieron escritores platenses y del interior para conmemorar el “Dia Mundial de la Poesía”. Estuvieron Néstor Mux, Luis Maggiori, Sandra Cornejo, Roberto Moscoloni, Juan Ferrari, los chicos de “Colgada de Poesía”, Juana Cascardo, Juan Padula, Susana Moretti, entre varios más. También adhirieron aunque no estaban en la ciudad Alfredo Maxit, Carlos Aprea, Jorge Falcone, y otros como el Negro Antonio sorprendido en el camino por la lluvia furiosa que se desató ese atardecer de viernes santo. El diario El Día dio cuenta de la jornada
6 de abril: En Bukowski. El grupo Sobrepoesía convocó mucha gente al nuevo encuentro en el bar de 59 entre 6 y 7. La decoración del espacio y la calidez del ambiente lograron un clima más que interesante para la lectura de poesías de Inés Aprea, María Jimena Romero, Julia Volonté, Celeste Gauchat, Francisco Costantino, y Bárbara Zgainer, entre otros. Contactos a sobrepoesía@gmail.com
10 de abril: En el Centro Cultural Islas Malvinas / Calle 19 y 51 / de La Plata Se presentó el libro de RAFAEL BARRETT: CUENTOS BREVES. Con Introducción de David Viñas. A cargo del Grupo Editor Mil Botellas - http://milbotellas.blogspot.com/
31 de mayo: Cierra el plazo del Concurso Literario que organiza la Peña de las Bellas Artes en el 72º de su fundación. Poesía y Cuento. Información: marthabe@speedy.com.ar
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C´est tout : Saludamos a todos los que tejen lazos en torno a la poesía, los amigos, la tolerancia, los ideales humanistas, las artes en general, las causas justas. Desde La Plata, nuestro afecto a quienes trabajan con esos valores. Agradecemos a la gente “de la talita dorada”, a Analía Pascaner (en Catamarca), a Gabriel Impaglione (en Italia), a Alfredo Maxit, a la gente de Radio Provincia y el diario El Día (que difundieron nuestra propuesta), entre muchos. Un abrazo a todos los que, de una u otra forma, alientan a seguir creyendo que vale la pena. Porque, a pesar de quienes no creen “en la amistad de los poetas ni en lo social del arte” seguiremos confiados: “La verdad de la poesía es la amistad de los poetas” (Alberto Vanasco).
contacto: mailto:noralcasa@hotmail.com
http://www.diagonalconverso.blogspot.com/
http://www.euskadita.blogspot.com/ (El blog de Nor Etxe)
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1 comentario:
Norma parece que soy el primero en entrar en tu virginal blog. Entro de puntillas, procurando hacer poco ruido...Hace tiempo que nos hemos emailado, que hemos intercambiado palabras, palabras amables y cariñosas...parece que el fino hilo de euzkadi nos une a lo lejos.
Esto que he leído en el Word adjunto al e-mail recibido y luego la página, es lo mejor que ha llegado a mis ojos hace mucho tiempo. Las palabras se enamoran de tí, te envuelven, te vacían, te estrujan y dejas sobre el papel virtual lo mejor de ti misma...Día con verso, agonal, agónico....como que si no escribieras, morirías de pena en un rincón de ti misma....Te leo y te quiero virtualmente...como nos queremos los escribidores con ese afecto especial que nos producen las palabras del otro sin vernos. Porque no podemos volver para vernos por última vez, ni siquiera al final del camino.
Para Norma
Palabras sepultadas
en los versos,
absurdamente ciegas
van desnudas.
Al otro ser, que espera
inutilmente,
llenar sus ojos, tocar
tu rostro.
Nunca tendrás la imagen
anhelada,
nunca tendrás la imagen
de sus manos.
Sus blancas manos,
modelando el aire.
Para Norma Etxeberri (Etcheverri en versión evolutiva) de -azpeitia-
19 de Abril de 2008
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